Me gustaría compartir un poco acerca de cómo el Señor me ha formado desde mi llegada a la Misión Local “Plan MIL.”
A mis cortos 22 años era una persona con mucha rebeldía, y con el transcurrir del tiempo había dejado que mi corazón se endureciera, provocándome muchos conflictos a nivel personal y físicos. Era una mujer muy desagradecida con las cosas que me había dado el Señor; estaba llena de soberbia, llena de esquemas mentales que me hacían ver a Dios como un Dios duro, un poco castigador, que a veces no me escuchaba y que mis problemas no le importaban. Hasta tenía miedo de expresarme libremente con él. Estaba llena de resentimientos inconscientes y de sentimientos de fracaso porque llegó un tiempo en el que me di cuenta que en mis fuerzas solo me hacía daño. Pero ahora entiendo que todo lo que sucede en mi vida es un trato especial del Señor.
Ahora, le doy gracias a Dios, quien a través de mis líderes me han enseñado a conocer a un Dios lleno de amor, que me hizo saber que siempre estuvo conmigo. Un Dios tierno que verdaderamente me ha hecho amarlo y me ha hecho entender con su amor que él es mi papito lindo y mi fuente, que siempre quiere lo mejor para mí, que todo lo bueno o malo por lo que he pasado me ha permitido llegar hasta aquí.
Para mí el venir al Plan MIL ha sido el mejor paso y la mejor decisión de mi vida, pues me ha hecho valorar todo lo que él me ha dado y hasta lo que me ha quitado. Por ejemplo, siempre he amado a mi familia, pero ahora que no los tengo cerca, se que no solo debo sentirlo sino demostrarlo; esta ha sido una gran lección. Estoy muy agradecida con Dios por permitirme estar aquí a pesar de mis fallas, y por permitirme disfrutar de su amor. Te amo papito Dios.
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